Tentación
En su caminar por la gran ciudad, el alma se cruzaba con otros seres espirituales que iban a gran velocidad. De repente Belcebú cogió con sus garras de animal un pincel y lo mojó en su paleta de grises y oscuros colores. En la imaginación del alma comenzó a desfigurar los rostros con que ésta se cruzaba por las grandes avenidas. Belcebú se recreaba pintando horribles expresiones donde antes había desapercibidos rostros. El juego había comenzado.