La venus de Milo
El hombre moreno penetró en la gran casa vacía. El sol que entraba por las cristaleras del edificio bañaba de una luminosa melancolía el espacio rectangular de paredes blancas. En el centro de la gran sala que era la casa, se hallaba suspendida en el aire una Venus de mármol blanco, partida por la cintura en dos mitades. El hombre se acercó hacia La Venus, atraído por el resplandor de su belleza, y se paró a contemplarla. Permaneció largo tiempo observándola hasta que la noche comió la débil luz de la tarde.