La tienda
En el árido desierto de la vida, sentada sobre un banco del parque, contempló la fuente y su frescura la invadió como si la hubiese sentido por primera vez. Desde el banco, el alma se transportó hacia lo más alto del Monte Tabor. La blanca fuente resplandecía como la saya de Cristo en su transfiguración. La luz penetraba en el alma y la henchía de una paz sobrenatural. Lágrimas de júbilo comenzaron a caer por su rostro.